represión (negación de la -)

La palabra “represión” está muy mal vista, inclusive entre quienes reprimen. Aunque la represión es una práctica muy extendida por gobiernos de todo tipo y color político, a nadie le gusta hacerse cargo de ella. Con la represión sucede algo parecido a lo que pasa con el término “derecha”: hay mucha gente que la ejerce, pero casi ninguna que lo asume. Es por eso que, al ser acusados de represores, quienes reprimen utilizan la negación de la represión para hacer como si no reprimieran. Esta negación se expresa de modos muy distintos, y cambia de acuerdo a cuál sea el dispositivo retórico sobre el que se sostiene el gobierno que reprime. Si se trata de un Gobierno de derecha, con una base social más amigable con la represión, la cosa es más sencilla: se aduce cumplimiento de la ley, igualdad de derechos de todos los ciudadanos, libertad de circulación por las calles, etc. Y todo gracias a que los votantes se sienten seguros con una fuerte presencia policial en los espacios públicos, sin importar mucho la idoneidad ni la honestidad de esas fuerzas de seguridad. En el caso de gobiernos que se autoperciben como populares o se presentan como contrarios a la persecusión de la protesta social, la cosa es un poco más difícil de explicar. Entonces para negar la represión es necesario utilizar argumentos como la funcionalidad a la derecha de los sectores más radicalizados de la protesta o la mano negra de sectores reaccionarios detrás de dirigentes de sindicatos, movimientos sociales o partidos políticos combativos. Es de destacar que si un gobierno tiene que o quiere reprimir, la represión se lleva adelante, independientemente del dispositivo negacionista que lo justifique.