LA GRAN FIESTA ARGENTINA (CHARLY CUMPLE 60)

Lo siento, no me pidan que no me ponga cholulo, si me llaman para invitarme al cumpleaños de Charly García, ¿cómo quieren que me ponga?, está bien, lo admito, no es que llamó Charly en persona, Charly no llamó a nadie, Charly sólo dijo “quiero festejar mi cumpleaños, inviten a este, a este, a este, a esta, a esta, a esta” y entre esos “este” estaba yo, porque a Charly le gusta el programa de televisión en el que yo participo, porque me recuerda de la época en que yo era uno de los editores de una revista de rock que se llamaba “La García” en su honor, entonces la chica de prensa me llamó y me dijo “dice Charly que te invita a su cumpleaños” y ahí yo no entendí más nada, me puse en modo rocanrol y me dejé llevar hacia el fin de la noche, un Céline menos pesimista y más tolerante, y menos racista, ponele, hasta lo más profundo del túnel, hasta el mismísimo abismo si fuera necesario, seguro de que Charly me guiaría y me rescataría o, mejor aún, me reinventaría, como se reinventó él, sobreviviente argentino, portador de todos los males y casi todos los antídotos, Charly que en la época de “La García” nos rescataba siempre cuando no teníamos tapa, porque es muy difícil encontrar una noticia cuando edita una revista semanal de rock argentino, entonces íbamos a lo de Charly, a perdernos en el hipernarcótico universo Say No More, en la creación extrema, en el mito nacional, en la metáfora más pura y más dura, pura y dura, desquiciada, suicida, genial, autodestructiva, y con todo eso hacer una tapa, encontrar el relato que acapare todas las atenciones y todas las tensiones, Charly que nos rescataba mientras él no sabía qué era rescatarse, las uñas pintadas en el mismo momento que la pared, con el mismo aerosol plateado, todo aquello está hoy en los retazos prolijos de un pasado sin dormir, hoy Charly colecciona con prolijidad sus descontroles, en esta tapa y en esta etapa está Charly ahora, con calzas y discos de vinilo, que es lo que pidió que le regalaran, con el cuerpo bastante más morrudo, regordete, y con sus piernitas de alambre, larguísimas, con calzas azul francia eléctrico, sombrero y anteojos de sol en plena noche, Charly y lo que queda de él, la prueba de que finalmente el país es indestructible como las canciones de Charly, más allá de todo, más allá de los bombardeos a Plaza de Mayo o a las propias neuronas, Charly con una movilidad de baja intensidad, que parece sedado al andar, pero con la lengua afilada, respondiendo con ironía, saludando a todas y a todos, haciendo chistes, Charly en la noche ideal en el Club de Pescadores de la Costanera, con la luna sobre el Río de la Plata sobre el que alguna vez quiso tirar muñecos como alegoría de los crímenes de la dictadura y León Gieco lo acusó de tener “demasiado ego”, frase que Charly usó como nombre de un disco, y esta noche ahí está León, con una remera con la cara de Cafrune, se sube al escenario y canta “Los Salieris de Charly” y eso es lo que somos todos los que construimos a Charly para gritarle “genio”, para contarle las costillas, para celebrar sus delirios con drogas ilegales y descalificar su sálvese quien pueda con drogas legales o viceversa, que la fiesta no pare, que no se detenga, más champán, más sushi, más de ese vodka polaco con la vara verde que come el búfalo, más y más música, con Fito Páez, David Lebón, Juanse, León, el Negro García López, Fernando Samalea, Hilda Lizarazu, hermosa, de collares infalibles y vestido perfecto y chamuyo filoso, la única chica Charly de la noche, bueno, también está Nora Lezano buscando porro, que no, Nora, no hay porro esta noche, tragos y si querés más, al baño, fotos, música, más y más música, canciones, rocanrol para bailar toda la noche y los siglos que vendrán, el tiempo en que podamos fundar otro país donde no haya necesidad de crear otro Charly para venerar y disecar, otro objeto de cholulez suprema, de devoción religiosa para ateos y nihilistas, y donde cada uno se atreva a dejar que se exprese el Charly único y universal que todas y todos llevaremos dentro, aunque más no sea un Salieri de este Charly único que nos llena de fiesta la noche y la existencia.

Publicado en revista Mu, noviembre de 2012.