manifestación espontánea

Superstición política y mediática, según la cual existen convocatorias políticas sin ningún tipo de organización. En general, quienes creen que existen tales manifestaciones, suelen considerarlas muy positivas y prácticamente ejemplares. Las manifestaciones espontáneas se ubicarían a las antípodas de las manifestaciones convocadas por partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos, etc. Y eso las haría, según esta superstición, más “puras” y libres de todo cálculo o rédito espúreo. Lo cierto es que, al tener un carácter político, este tipo de manifestaciones sí tienen organizadores y sí tienen gente que las agita, las difunde y las organiza. Quienes hacen una apología de este tipo de movilizaciones suelen apelar siempre a la expresión “la gente” (ver), dejando de lado otras como “pueblo”, cosa que aborrecen por considerarla parte del populismo. Quienes participan de estas manifestaciones suelen asumirse “republicanos” tienen enormes deseos de “terminar con las divisiones entre los argentinos” y ponen como algo fundamental “el diálogo”. Tanto se aferran a estas consignas, que muchos de los participantes en las marchas son capaces de llamar a linchar o fusilar a quienes fomentan “el odio que divide a los argentinos” o masacrar a quienes prefieren las agresiones y no respetan el diálogo.