nace una ilusión
en el edificio de obras públicas
la última fantasía peronista
un proyecto
una idea que cambia la vida
una obra definitiva
el mal gusto del poder
de la argentina profunda
sólo para que hable evita.
allí, en ese edificio,
vivirá y crecerá el que vendrá a salvarnos el que
nos ayudará a ser más justos
e intensificados el que
resolverá los grandes problemas
del país y del mundo
como si fueran los crucigramas
de un diario gratuito
de esos que dan
en el subte.
él llegará a nuestra tierra
él vendrá a rescatarnos
el vendrá
a resolver
los problemas del arte
los problemas del hambre
los problemas
de los que están hechos mierda.
la vida se desploma
y no me quejo,
después de todo
a mí no me va tan mal.
pero él vendrá a salvarnos
y si él está de nuestro lado
yo claro que le pongo el pecho
a lo que sea
y puteo
a quien haya que putear
y me enfrentaré al enemigo
como sea
no sólo hilvanando cada tanto
algún accidente sintáctico
que genere alguna que otra sonrisa
entre gente
más o menos parecida a mí.
el chico del edificio de obras públicas nos salvará
de muchas de las cosas que
nos hacen mal
de muchas
de las pequeñas miserias que nos humillan.
el chico
el edificio
el poder.
hablo del chico del edificio de obras públicas y
hablo también del poder real
de tener que dirimir todos los pleitos
en el terreno que nos propone el enemigo
y no discutir sobre lo que nos gusta
y lo que realmente sabemos hacer.
hoy soy político
hoy soy plural
y me importa también el entorno
el límite entre el quién
y el tal
porque lo demás se arregla
–y los demás son regla–
y nadie nos puede
decir que
no somos.
cuando cumpla los dieciocho años el chico
del edificio de obras públicas
todo va a ser diferente:
vamos a poder hablar mal
de todo el mundo
sin que nadie se sienta ofendido
o sí
que se ofendan
total vivimos
y respiramos
gracias a que hablamos mal
de quien sea
y sin necesidad de argumentar.
mientras tanto,
mientras el chico entra en la adolescencia
y esperamos pacientemente que empareje la
relación de fuerzas
–él, que sí puede hacerlo–
me vuelvo político y redundante
me vuelvo yo en el lugar del otro
y en la trinchera para luchar contra
el enemigo
siempre alerta lleno
de miedo político.
político es plural
es muchos
–es nosotros–
es hola, qué tal
y es pensar que eso
también es poder.
me imagino que se imaginan
–intuyo que a cualquiera le sucede–
poder
poderes
pudieras
podredumbre
derrumbes
y basura.
porque acá hay mucha basura
y el arte
–como todo–
está
en la basura.
camino por ahí,
me cago absolutamente en todo
las cosas que realmente me interesan
son pura basura
y están llenas de basura.
me gusta mirar la basura de la gente
ver qué es lo que tiran
salir a robar basura.
ya sé,
¿se creen que no sé
que hay un montón de gente que abre
las bolsas de basura?
¿que no es gracioso?
¿que con eso no se jode? claro
que los veo si
están por todos lados
son gente
horrible
que mete miedo
¿y quién les dice que no
si te encaran
y te exigen
“¿no tenés
una moneda?”?
no son precisamente un buen espejo
nadie quisiera terminar así
y el riesgo es una posibilidad.
¿quién no fantaseó?
cuando yo era chico
mi tío
–no el del erp, no el cineasta,
el otro, el único tío de sangre que tengo–
me llevó a revolver la basura.
era un cartonero bastante elegante
un cartonero de clase media
con formación terciaria
de los de antes
de los de perón.
mi tío fue el primero
que me habló del niño
del edificio de obras públicas
cuando yo también era un niño
y esas cosas impresionan
definitivamente.
me decía mi tío que el niño llegaría
para redimir
al país de sarmiento secándose al sol
y me hablaba
de la patria sin tutores
de la patria de carroña de salar enfurecido
de la patria de mesías destripados
en los barrios
y en los baños.
mi tío me hablaba de la patria de sarmiento
que se retorcía entre gorriones de parís
y desnutridos de formosa.
y de los callos de la historia
y de las manos llenas de sangre
y de las mismas ganas de coleccionar recuerdos
que de vivir futuros
de las ganas
de devorar cualquier tiempo
en cualquier dirección.
y me hablaba también del niño
del edificio de obras públicas
que algún día
iba a poner a la patria
al amparo de quién de cómo y de cuál.
iba en una camionetita mi tío.
una camioneta modesta y sucia
pero camioneta al fin
eran otros tiempos.
ahora los cartoneros no tienen auto
y se amontonan en un tren
–lo vi el otro día en un informe malísimo
que pasó la televisión–.
veo a los cartoneros todos los días
rompiendo las bolsas de basura
de constitución pero también de belgrano
y de palermo
y de boedo
ya saben:
gente que revuelve la
basura en buenos aires como
hacía mi tío el
hijo de puta.
odio a mi tío
pero no porque me haya llevado a
revolver basura sino
por otro millón de cosas que
no vienen a cuento
ni a verso
ni a nada.
cartonero
esa sí fue una buena experiencia
y eso sí se lo puedo agradecer a mi tío
el hijo de puta
el primero
que me habló del chico
del edificio de obras públicas.
mi tío cartonero
mi tío millonario
mi tío secándose al sol
como su yerba de no sé cuándo
sobre su patria de casi ahora.
mi tío niño y cartonero
como yo entonces
sentado en la camionetita sucia
parado en medio de la noche
de buenos aires.
pero a mi mamá y a mi papá
no les gustó un carajo la experiencia
de su hijo cartonero
y se quejaron
y le dijeron a mi tío
cartonero
–entonces se decía ciruja–
que no me llevara más
porque cómo
iba a llevar a un chico tan chico
a revolver la basura,
se puede cortar
o pescar algún virus
es basura
–decían–
toda la basura que tira toda
la gente de la ciudad
–gritaban–.
basura
–decían y gritaban–.
amo a mi papá
amo a mi mamá
pero por otro millón de cosas
que tampoco vienen a verso
ni a basura
ni a desperdicio
ni a reciclaje.
pero ellos
mi papá
mi mamá
nunca me hablaron
del chico del edificio de obras públicas
ni de la basura
ni de esta noche.
nunca me hablaron
nunca
de basura
sólo basura
de esta estrategia
sucia e inevitable.
nunca me contaron que
las cosas limpias no sirven más.
nunca
me dijeron nada del oro de nuestra pobreza
nunca me hablaron
mi papá
mi mamá
de la quimera de la basura
de la pura,
de la magna elegancia.
basura
nada que brillar
nunca
ahora.
sí, ahora
sí, una luz
ahora
una luz que se enciende
en el edificio de obras públicas.
es el orgullo cabecita negra
en medio de la llanura mansa
de la
avenida nueve de julio
que en este día de natividad
está llena de basura
y de gente que revuelve y junta
esa basura.
ya nació el niño, el redentor
ya va a crecer
ya van a ver.
lo esperaremos gritando
cantando
haciendo un asado con el parqué.
ya llega el niño, ya llega
vamos a creer
vamos a crear
vamos a cantar.
un grito de cromañón
viva marinetti
viva perón.