editorial de La Nación

Usina ideológica de los sectores más reaccionarios de la derecha argentina. El editorial del diario fundado por Bartolomé Mitre nunca lleva firma, porque encarna el pensamiento de los dueños de medio periodístico. Junto con el correo de lectores y los avisos fúnebres, conforman el tridente más ofensivo hacia los valores democráticos y de justicia social. Desde estos textos se ha exigido la liberdad de los genocidas presos por delitos de lesa humanidad, se ha justificado el embarazo en niñas violadas o se ha amenazado a presidentes elegidos por el sufragio popular, advirtiendo que no llegarían a cumplir un año en su cargo. Con el tiempo, los editoriales de La Nación se volvieron cada vez más caricaturescos, por mantener en alto convicciones caídas en desuso. Tanto que les trabajadores del diario se encargaron de desacreditarlos públicamente. En épocas en que los diarios perdieron notablemente su poder de fuego, opiniones tan reaccionarias se volvieron insostenibles. Tal vez por eso llame la atención que La Nación insista, cada tanto, con sus editoriales provocadores. El fenómeno resulta difícil de explicar. Puede que se trate de un discurso que no esté bien visto socialmente pero que tenga mucho más respaldo social de lo que se cree. O puede también que funcione con la misma lógica con la que nos fascinan, en la infancia, los dinosaurios. ¿Por qué nos gustan tanto los dinosaurios? Porque sabemos que existieron, pero también sabemos que no existen ni pueden volver a existir jamás. Y que, además, su existencia no coincidió con la del ser humano, con lo cual es imposible pensar en una convivencia con ellos. Por eso el término “dinosaurio” resulta tan certero para calificar estos textos y a quienes los escriben y los muestran como un estandarte ideológico y estético.