qué raro es estar sin vos
en un bar al que nunca había venido
sin vos
que elegí porque era demasiado
para mí
ir a esa vermouthería
a la que nunca fuimos
pero dijimos que
íbamos a ir
a tomar un aperol spritz
como en venecia
pero en san telmo.
hoy el sabor es otro:
el café, el sol, el mediodía
los rayos piadosos de un otoño peronista
no se sienten igual
porque
no es la soledad
lo que cobija este calor
juro
que estaba preparado
para eso, pero no
para esta ausencia que
no supe ver venir.
la soledad siempre fue
mi mejor compañía, pero esto
es un destierro personal de sentimientos
que anuncian que este rumbo
es otro rumbo
otro es el sol, el aire,
el café, el bar, los gringos
que preguntan cuál es
la clave de wifi.
miro el empedrado de la calle chile
con los ojos que ya no
volverán a ver jamás
los frescos pop del duomo de orvietto
tu risa dibujada
en la piazza del campo en siena
los ríos de angustia podrida a gritos
que bajan entre los ranchos
de villa inflamable.
no es la soledad, ni siquiera
el dolor
este total desconcierto es otra cosa
una nube de gritos en silencio
los besos en los labios o en el aire
fingidos, sobreactuados
en un hoy sin mañana
clavados en la sombra de una risa
que ya nunca será
ni aunque pudiera.