cuarto oscuro

Lugar donde el o la sufragante toma la boleta, en soledad, para introducirla en el sobre. Es el sitio donde se consuma el voto, antes de hacerlo efectivo introduciendo el sobre en la urna. El cuarto oscuro es un lugar de recogimiento y de reflexión profunda, pero también de despojo y de vulnerabilidad. Por un lado, tenemos el poder soberano de elegir una autoridad; por el otro, cierta fragilidad por una pérdida momentánea de la identidad, pues el documento quedó en manos del presidente de mesa. Hay también algo de candidez profunda en el cuarto oscuro, seguramente como consecuencia de que este nombre lúgubre en realidad es sólo el aula de una escuela, con pupitres, pizarrones y, la mayoría de las veces, imágenes escolares colgadas en las paredes. Esta imagen inocente e infantil se refuerza cuando el cuarto oscuro es una sala de jardín de infantes. Por último, hay también una sensación de asombro al entrar al cuarto oscuro, producto de enterarnos de la presencia de algunos candidatos cuyos nombres y los de sus partidos desconocíamos por completo. Fuerzas como Partido Popular, Fuerza Organizada Renovadora Democrática o Movimiento de Acción Vecinal se presentan por primera vez ante nosotros, en pie de igualdad con las otras fuerzas a las que sí conocemos. La democracia funciona aquí como un elemento aglutinante y, al mismo tiempo, de igualdad de oportunidades y posibilidades. Porque si bien es cierto que no tenemos la menor idea sobre qué proponen estos candidatos y partidos ignotos, es justo admitir que ocurre exactamente lo mismo con la mayoría de los candidatos y partidos archiconocidos.