Barrio de Buenos Aires rico en edificios de alta gama; empresarios, jueces y políticos corruptos; jugadores, representantes y dirigentes del fútbol; y muertes violentas y poco claras. En Puerto Madero también hay muchas parrillas, bares, oficinas y comercios. Hasta la última década del siglo XX era una lúgubre zona portuaria por la que casi nadie se atrevía a transitar de noche. Después de un intento de reconvertir los antiguos depósitos portuarios en lugares culturales (allí se realizó una bienal de arte joven, en 1991), el mercado inmobiliario y los políticos que manejaron ese mercado hicieron lo suyo y edificaron el barrio más joven de Buenos Aires un lugar elegante y con vista al río. Con una coherencia absoluta, rápidamente se mudaron allí muchas personas que tuvieron un ascenso social tan vertiginoso, poco claro y reñido con el cumplimiento de las leyes como el propio boom inmobiliario que permitió la construcción del barrio. Resulta paradójico que, aún en medio de locales de marcas exclusivas y edificios de los más lujosos y modernos, hoy resulte más sencillo y cotidiano asesinar gente que en la época de los viejos y oscuros galpones llenos de ratas.