Slogan que utilizan para autodefinirse los sectores que se oponen a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. La elección de este término apunta a señalar, de manera implícita, como “Pro Muerte” a quienes luchan por el aborto legal, seguro y gratuito. Cosa que resulta sumamente paradójica. La vida que dicen defender los militantes Pro Vida es la del embrión que está dentro de una mujer en las primeras 14 semanas de embarazo. Eso les resulta mucho más digno a los Pro Vida que la vida de la mujer en cuyo cuerpo vive ese embrión y sin la cual ese embrión no tendría forma de subsistencia alguna. Los sectores que se autodenominan Pro Vida suelen ser también sumamente reacios a hablar de educación sexual y de métodos anticonceptivos. Muchos de ellos tratan de eludir la discusión asegurando que “más que educación sexual, hay que hablar de educación integral”. Como si los embarazos no fueran el resultado de una relación sexual. También condenan fuertemente el uso de pastillas anticonceptivas y de preservativos. Con lo cual podría pensarse que la única forma de relación sexual que admiten los sectores Pro Vida es la que tiene fines reproductivos. De modo que, más que grupos Pro Vida, podría pensarse que se trata de grupos “Pro Celibato”. O, por usar un tecnicismo, de grupos Anti Garche. Y bien sabido es que una vida sin sexo por el puro placer de tener sexo no es vida. Independientemente de lo que piensen los sectores Pro Vida.