Fantasma al que apela el “republicanismo” para llevar adelante medidas poco populares. El populismo sería el “pan para hoy, hambre para mañana” de las medidas económicas y sociales. Es decir, un uso irresponsable del erario, para obtener beneficios inmediatos (que, políticamente, redundan en votos), dejando de lado cualquier visión estratégica de país. El problema es que el término suele ser denostado principalmente por quienes sí tienen una visión estratégica de país, pero que excluye a una mayoría de la población. Mientras el populismo contiene a los pobres con planes sociales y parches que les permite mantenerse en la pobreza pero con cierto alivio, la mayoría de quienes lo combaten no contemplan ni siquiera ese alivio. Quienes denostan el populismo acusan a esta corriente de mantener a los pobres en esa condición para hacerlos rehenes del voto. Y más allá del mito de entregar una zapatilla antes de una elección y completar el par luego del sufragio (algo que muchas veces se ha implementado de manera literal), el populismo sí existe y sí busca en los pobres a sus principales rehenes políticos. Pero es de destacar que los pobres muchas veces prefieren la mano interesada pero levemente caritativa del populismo que la ausencia del republicanismo a la hora de parar la olla para llegar a fin de mes de una manera más o menos potable, aunque sea dentro de la miseria y de la desesperación.