Partido político que solía ser la expresión electoral del peronismo, y que desde hace algún tiempo pasó a ser apenas una más de las opciones electorales y partidarias que tiene el peronismo. Se supone que el PJ (se lo conoce así, por sus siglas) debería ser la expresión “oficial” del peronismo partidario y electoral. Pero en los últimos tiempos se ha comprobado que el candidato o la candidata que llevan el sello del PJ no siempre resultan los más votados, ni siquiera dentro del propio peronismo. A lo largo de su historia, el PJ ha sufrido toda clase de atropellos, persecuciones, violentas disputas internas, etc. A comienzos de los años 80, un congreso en el teatro Odeón incluyó un enfrentamiento entre bandas armadas, lo que terminó siendo el nacimiento de lo que se llamó “renovación peronista”. Veinticinco años después, el PJ fue intervenido de manera muy poco clara y arbitraria, a raíz de una medida judicial. Como interventor del PJ nombraron a un dirigente peronista (un ADN no muy difícil de verificar) muy cercano al Gobierno y enemistado con quienes mantenían el control del PJ. No se trata aquí de intentar buscar “buenos” o “malos” (una tarea que podría resultar tan difícil que bien podría calificarse como “insalubre”), ni a defender a quienes estaban en detrimento de quienes llegaron cuando se dispuso la intervención. Se trata, simplemente, de llamar la atención sobre una decisión judicial muy poco clara, más que de ponderar a una determinada dirigencia. Por último, es bueno destacar que las dos personas que nombró el interventor para acompañarlo en la dirección del PJ son dos “dirigentes” que hace tiempo que no dirigen a nadie. A cambio, lograron una gran popularidad gracias a la presencia de un programa político lleno de panelistas. Fue seguramente esta irrupción mediática la que los llevó a dirigir el partido político más grande del país.