Elemento de uso cotidiano al que no se le presta mucha atención. Sin embargo, con la irrupción de una pandemia y su consecuente cuarentena puede alcanzar un protagonismo impensado. Y la gente puede salir desesperadamente a comprar grandes cantidades, quién sabe por qué extraña suposición o superstición. En los hechos, no hay nada que el papel higiénico pueda hacer para prevenir una enfermedad. Si bien es un elemento de higiene, no es un elemento de higiene vital, como puede ser la lavandina, el jabón o el alcohol. Sin embargo, puede transformarse en objeto fetiche que la gente necesita tener en grandes cantidades para saciar su angustia. Es algo así como un placebo para el efecto psicológico de la pandemia y el encierro. Claro que este efecto dura poco, porque transcurridos unos días de encierro, el papel higiénico vuelve a aparecer en los almacenes y en las góndolas de los supermercados. Puede que sea porque la gente se dio cuenta de que con lo acumulado alcanza y sobra, y no haya salido a comprar más. O, quién sabe, tal vez esa misma gente entendió que, una vez abastecida de papel higiénico, el siguiente paso era ir por algo igualmente central en la vida de las personas: la levadura.