Justicia

El término encierra un anhelo que aparece en cada uno de los textos básicos que rigen nuestra vida en sociedad. Así como también en todos los discursos públicos de quienes representan al poder el Estado.Puesto así, con mayúscula, la palabra define a uno de los tres poderes del Estado. El único poder que no es elegido por el voto popular. Esto no significa que la existencia del voto popular necesariamente garantice transparencia, honestidad, buena fe o un desempeño de excelencia por parte de quienes son elegidos por ese voto. Pero una cosa es segura: la no existencia del voto popular no lo garantiza. De todos modos, tampoco es cuestión de ser tan tremendistas, porque la suerte de la Justicia finalmente sí está atada al voto popular. Sucede que el Poder Ejecutivo está encabezado por el Presidente de la Nación, y el presidente es elegido por el voto popular. Y bien sabido es que el Poder Ejecutivo quien controla el Poder Judicial. Un Gobierno puede agilizar o cajonear una causa a su antojo. Y como el presidente es elegido, la Justicia, por carácter transitivo, también. Algún aguafiestas podrá decir que sólo el presidente es elegido, pero que las injerencias, las operaciones y los aprietes en la Justicia sirven para beneficiar a todo tipo de funcionarios, así como a empresarios o todo tipo de dirigentes cercanos al Ejecutivo. Pero se trata de comentarios que provienen de gente autoritaria, a la que no le interesa la democracia ni lo que expresa la gente en las urnas. Porque, se sabe, la democracia se ejerce votando y eligiendo democráticamente a las autoridades más capaces para llevar el país adelante. Se trate de la Justicia o de lo que sea.