Supuesto enfrentemiento político-ideológico que comprende a toda la sociedad argentina y que tiene como eje el hecho de ser partidario o detractor de un gobierno. La grieta en cuestión implica un abismo que corta en dos a la sociedad argentina, dividiendo la mesa familiar y enemistando a quienes eran amigos hasta la aparición de ese Gobierno que supuestamente dividió a los argentinos. Quienes están en contra de ese Gobierno despotrican contra la existencia de esa grieta, piden unidad nacional y familiar, pero dudan de incluir en esa unidad a los partidarios de ese Gobierno, llegando a tratarlos de infradotados y hasta pidiendo la pena de muerte para ellos. Los partidarios de ese Gobierno tienen una opinión más o menos similar sobre quienes se oponen a ese Gobierno, y piden medidas similares a quienes consideran “gorilas”, “cipayos” o “vendepatrias”. Lo cierto es que el Gobierno en cuestión no se caracterizó por tomar medidas que modifiquen profundamente la calidad de vida de la mayoría de la gente. En todo caso, podría hablarse de una leve mejora en términos relativos, tomando como punto de comparación la pésima matriz distributiva que históricamente hubo en la Argentina. Se desconoce, pues, cual es el verdadero origen de las pasiones que se juegan en la denominada “grieta”. Tal vez la clave esté en buscar analogías con lo que sucede en otro tipo de rivalidades irreconciliables, como en el caso del fútbol o del rock, donde existen este tipo de odios profundos. Es bueno recordar que en el rock, los fans de una banda muy popular cantan que su ídolo “se la da” al líder de otra banda, también muy popular, pero supuestamente antagónica, quien, según este cantito de los fans, “se la come”. Lo curioso es que en la actualidad el líder del grupo que “se la da” es solista y toca acompañado por los mismos músicos que, en vida, acompañaban al líder del grupo que “se la come” cuando esté comenzó su carrera solista. Esta paradoja rockera es un buen ejemplo de cómo funciona, en política, la “grieta”.