Francisco, Papa

(ver también Papa Austero). Nombre mágico cuya mención anula cualquier clase de discusión en el país. La clase política argentina se divide en dos grandes categorías: quienes viajaron al Vaticano a ver al Papa Francisco y se tomaron una foto con él, y quienes se mueren de ganas de viajar al Vaticano a ver al Papa Francisco y tomarse una foto con él. Hay una pequeña minoría que, además de la foto, también quieren mantener una charla con el Papa. Entre estos últimos cotizan más quienes tuvieron la audiencia más larga con Francisco, independientemente de lo que hayan hablado, que es un asunto más bien secundario, por incomprobable. Pero en cuanto a lo que tiene que ver con una charla con el Papa, en la política argentina el tamaño sí importa. Eso sí, como siempre, cuando se trata de alardear de tamaño, hay mucho mito y mucha mentira. Y hasta hay quienes aseguran que lo que importa no es el tamaño de la charla, sino la calidad. Que es mejor una charla pequeña pero juguetona, y no una charla extensa pero aburrida. Aunque la mayoría cree que este no es más que un consuelo de quienes sólo pudieron obtener una audiencia pequeña.