cupo

Porcentaje de representatividad política que debe reservarse, obligatoriamente, a un determinado sector social, sectorial o de género. El cupo más famoso es el femenino, que ha fragmentado horizontalmente al arco político argentino. El asunto es paradojal: por un lado suena sensato pensar que lo que debe priorizarse a la hora de acceder a un cargo es la preparación y la idoneidad, más allá de la condición sectorial, social, étnico o de género. Por otro es igualmente cierto que para revertir siglos de patriarcado no se puede confiar en una selección natural marcada por la calidad, sino que es necesario instalar de manera obligatoria el cambio para naturalizarlo y que después sí las cosas se acomoden como resulte mejor. Quienes se oponen al cupo son, generalmente, hombres que forman parte de agrupaciones políticas con mayoría de hombres. Y hablan de priorizar la excelencia como si realmente creyeran que todos los hombres que acceden a los cargos públicos son idóneos y probos. Desde la izquierda se ha acusado muchas veces a estas reivindicaciones de “desviaciones pequeño burguesas que intentan correr el eje de lo que realmente importa: la revolución socialista que barrerá con todas las injusticias, inclusive las de género”. La excusa perfecta para no poder disfrutar de ninguna clase de beneficio mientras esa revolución (que nadie tiene idea qué implica y cómo será) no se lleve adelante.