carapintadas

Grupo de militares que atentaron contra la democracia entre fines de los años 80 y principios de los 90, en el último intento golpista por parte de miembros de las fuerzas armadas. Se los llamó así porque, en sus alzamientos, los oficiales y suboficiales se pintaron la cara, en señal belicosa. Lejos de haber sido condenados por estos atentados contra la institucionalidad, muchos de estos militares fueron beneficiados tanto en la opinión pública como en la vida política nacional. Primero, porque se les reconoció el rango de héroes de guerra, por su actuación durante el conflicto bélico con Gran Bretaña por la soberanía de las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. Luego, porque se les concedió no sólo la libertad, sino también la posibilidad de actuar en política. Algunos de ellos ocuparon cargos públicos, tanto electivos (uno de ellos, muy notorio y de alta exposición mediática logró ser intendente de una localidad del conurbano bonaerense) como ejecutivos: otro de ellos fue un alto funcionario de seguridad durante un gobierno democrático que se jactaba de defender los derechos humanos. El último acto de reivindicación pública de un carapintada fue durante los festejos por el Bicentenario de la Independencia, donde varios de ellos (incluido el más famoso de todos) desfiló junto a otros veteranos de Malvinas, junto a represores de la última dictadura militar, en una curioso intento de llevar a la práctica la “unidad nacional” (ver).