Grito que se escucha reiteradamente en la zona del microcentro de la ciudad de Buenos cada vez que existe una forma no oficial (o “ilegal”; llamarla “clandestina” sería contradictorio con la visibilidad con que se promociona) de comprar divisas extranjeras, principalmente dólares. Quienes llevan adelante estas operaciones reciben el nombre de “arbolitos” (ver). “¡Cambio, cambio!”, repiten una y otra vez los “arbolitos”, actuando como vendedores callejeros de algo que no está permitido, pero se realiza a plena luz del día. Cada tanto el tipo de cambio se unifica y el precio que puede conseguirse en la calle es el mismo que el que dan los bancos. Esto marca el fin de los arbolitos. Pero como si de un círculo vicioso se tratara, luego de un tiempo el tipo de cambio deja de estar unificado, vuelven los arbolitos y con ellos el cambio paralelo, el cambio en negro y el cambio blue, que se suman al cambio oficial.