Supuesta versión humanitaria del ajuste, según la cual el hecho de implementar ese ajuste de un modo escalonado provocaría que sus efectos fueran algo menos agresivos. Algo así como una anestesia o una buena cantidad de vaselina sostenidos en el tiempo. Se trata de una definición flamante, que surge de la necesidad de que, llegado al punto en que se instala el hecho de que un ajuste es inevitable, puede pensarse que al menos queda el consuelo de un ajuste con poco dolor y sufrimiento. Puede ubicarse entre los grandes espejismos inventados por los economistas, tal vez sólo comparable a mitos como los del derrame. Según ese mito la los problemas económicos se solucionarían llenando la copa de la riqueza (es decir, enriqueciendo aún más a los más ricos), para lograr así un derrame hacia los pobres. El término también es reflejo de la inventiva que tienen los economistas a la hora de crear discursos e incidir en la opinión pública. Una inventiva sólo comparable a la utilizada para crear nuevos términos y nuevas definiciones en filosofía, marketing, tecnología, ciencia e insultos.