Personas sin hogar que arma un lugar donde dormir en lugares públicos. A pesar de lo que opinan algunos funcionarios, esta gente no tiene como primera opción de vida dormir en la calle. Son las penurias económicas las que, por lo general, las han arrastrado a esos colchones tirados en la vereda, debajo de una autopista o en algún otro lugar más o menos resguardado de la lluvia que han podido conseguir en algún rincón de una ciudad. Mucha gente suele recibir ayuda por parte de otras personas que les acercan una frazada, un abrigo o un plato de comida caliente. La ayuda del Estado, en cambio, suele ser poca o nula. Esto es algo absolutamente justificable por el hecho de que el Estado no está para evitar que la gente duerma en la calle, sino para otras cosas mucho más importantes, que en este momento no viene al caso mencionar, para no confundir a la gente y mucho menos generar un clima de caos y rencor entre la población.