Gesto fundante de la mitología peronista. Todo se remonta a la histórica jornada del 17 de octubre de 1945, cuando una multitudinaria manifestación popular reclamó en las calles la liberación del entonces Coronel Juan Domingo Perón, que había sido detenido. Aquella fue una jornada de calor y algunos manifestantes, que habían llegado de remotos lugares del Conurbano, se refrescaron metiendo los pies en la fuente de Plaza de Mayo. El momento quedó registrado en una fotografía, que luego se utilizaría para denostar a los peronistas, por carecer de normas de convivencia y, por lo tanto, de modales republicanos. Meter las patas en la fuente fue desde entonces un lugar común peronista, una leyenda popular sólo comparable a encender un asado con el parquet. Con una diferencia: no existe registro visual alguno de un asado hecho con parquet. Como todo gesto fundante, tuvo todo tipo de lecturas. El gesto es detacado de manera magnífica en dos obras maestras del arte contemporáneo: la película “Perón, sinfonía del sentimiento” (de Leonardo Favio), y un poemario de Leónidad Lamborghini titulado, precisamente, “Las patas en la fuente”. Pero también tuvo una versión un poco menos poética pero mucho más extrema, cuando un ex vicepresidente de la Nación, un ex vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, y dos dirigentes sociales (los cuatro con una intención de voto de entre 0,3 y menos 1,8) se sacaron una foto emulando aquel momento, con las patas en la fuente y los dedos en V, para promocionar el lanzamiento de su partido político, como una forma de hacer explícita su pertenencia peronista.