timbreo

Medida política que consiste en que los funcionarios de un gobierno salgan a tocar timbre en las casas de un conjunto de barrios y ciudades previamente asignados, generalmente sábados y domingos a la mañana, en una clara competencia con los Testigos de Jehová cuando salen a vender la revista Atalaya. Dicho así, no parece ser una medida política digna de grandes estadistas. Sin embargo, algún gobierno transformó al trimbeo como un bastión de su política comunicacional apelando al supuesto “contacto con la gente” que esta medida genera. Nunca se ha podido determinar con certeza si el timbreo fue realizado alguna vez al azar o si no es más que un aparato montado por los órganos de difusión de los gobiernos que adoptan esta metodología. Hay opiniones encontradas sobre la efectividad del timbreo: el oficialismo que lo utiliza habla de un éxito rotundo y las pruebas que presenta son las fotos de los funcionarios con los vecinos, algunos videos y una amplia difusión en las redes sociales que documentan estos encuentros. La oposición, por su parte, dice que el timbreo no es más que una farsa, que todos estos encuentros están montados, que se trata de actores que se prestan a interpretar ese papel, y que las únicas veces que los funcionarios realmente salieron a golpear puertas de casas de vecinos al azar, fueron insultados, escupidos y echados de esos hogares. Lo más probable es que muchas de estos argumentos, de uno y otro bando, se trate simplemente de mitos urbanos. Aunque también es justo destacar que varios timbreos han sido suspendidos aduciendo “razones climáticas”, cuando en los días en los que se iban a realizar no hubo lluvias, ni vientos huracanados, ni calor infernal, apenas una simple y cotidiana nubosidad variable con vientos leves del noreste.