taxista

Persona (en general hombre, aunque cada vez hay más mujeres) que maneja un taxímetro. Por lo general, los taxistas se manifiestan como el ala más radicalizada de la derecha fascista. El hecho de pasar tantas horas (algunos dicen que hasta 16) por día al volante, les resta poder para llevar adelante sus deseos y para intentar organizar su ideario en un colectivo que pueda llevar al plano político los reclamos que realizan frente a los pasajeros. Es justamente este contacto con los pasajeros lo que los convierte, si no en guerrilleros o militantes, al menos sí en difusores de un ideario. Un ideario que tiene como oponentes a: el derecho a la huelga y a la protesta social; los inmigrantes de países limítrofes; los inmigrantes de países africanos; los inmigrantes en general (excepto los altos ejecutivos de empresas, generalmente europeos); la democracia; los derechos humanos; los derechos de las personas privadas de su libertad; las relaciones homosexuales; las bicisendas; y los billetes grandes sin nada de cambio. Pero todo esto parece haber quedado en el recuerdo desde la aparición de una empresa que, siguiendo la lógica del intercambio de datos y servicios que proponen algunos sitios y la mayoría de las redes sociales, se ocupa de buscar autos para que la gente pueda viajar más barato que con un taxi. Aunque sin ninguna clase de seguro o respuesta en caso de accidente. La aparición en el país de esta empresa y esta aplicación provocó un drástico e inesperado cambio de rumbo en el ideario taxista. Y de repente, quienes se caracterizaban por quejarse contra los manifestantes que reclamaban en las acalles (“vayan a laburar” fue la frase más escuchada) se volvieron sindicalistas combativos contra una multinacional que venía a quitarle el trabajo a los argentinos.