Sufragio que el/la ciudadano/a emite contra todo el sistema político de representación. No confundir con el voto castigo (ver), que sólo elige como blanco al oficialismo. El voto castigo, en todo caso, es parte del voto bronca. Pero el voto bronca representa un estado de hastío total. Es curioso que se elija el sistema que se pretende hostigar justamente para hostigarlo. Algo así como quemar libros para luchar contra el analfabetismo u organizar orgías para luchar por la castidad. El voto bronca puede tener formatos de lo más curiosos. Por un lado, el más obvio, la impugnación: ingresar en el sobre y luego en la urna una feta de salame; una foto de excrementos; el nombre de algún personaje de ficción (historietas, dibujos animados, etc); y demás formas de nulidad del voto. Pero lo más común es votar a alguno/a de los/as candidatos/as que efectivamente se presentan. En ese caso siempre debe tratarse de dirigentes que representen ideas absolutamente extremistas y de poco arraigo en la sociedad, sean estas machistas, fascistas, trotskistas o veganas. El voto bronca también puede estar representado por el sufragio a personas provenientes de otros ámbitos no políticos (espectáculo, deporte, ciencias, etc) que se presentan por primera vez a elecciones. Aunque últimamente son tantas las personas famosas que pelean por un cargo en las urnas, que esta modalidad de voto bronca perdió sorpresa, un elemento fundamental para que el voto bronca tenga verdadera fuerza en los comicios.