¡Que se extinga el Greenpeace del tango!
Debo confesar que siempre me parecieron ridículas esas manifestaciones que los grupos ecologistas realizan frente a las plazas de toros de las distintas ciudades de la península ibérica. Aclaro: jamás asistí a una corrida de toros y nunca sentí más que indiferencia por esa actividad (¿cómo llamarla? ¿espectáculo? ¿deporte? ¿pasatiempo?) que, es cierto, no representa el lado más sensible, ni racional, ni académico del ser humano. Pero al mismo tiempo creo que la lidia forma parte de una historia cultural que, a juzgar por la gente que la sigue, está vigente.